El candidato del PRI habla del crimen, la corrupción y la
impunidad en dos entrevistas en la televisión mexicana
La televisión mexicana ha puesto en su horario estelar a
José Antonio Meade, candidato del PRI a la presidencia, dos veces esta semana.
El exministro de Hacienda se ha sometido a los cuestionarios de una decena de
periodistas para enfrentarse a los fantasmas de su campaña: Enrique Peña Nieto
y el PRI. Primero lo ha hecho en Televisa, en la emisión del programa Tercer
Grado del lunes, y después el martes en Milenio Televisión. Antes de él, solo
Andrés Manuel López Obrador había participado en el escrutinio televisivo que
da paso a numerosas repeticiones en Internet y a un acalorado debate en las
redes sociales.
Meade, que se encuentra en el tercer sitio de las
preferencias de voto, ha reconocido que la agenda de México de cara a los
próximos año es complicada ante el legado que el Gobierno de Enrique Peña Nieto
–al que él ha pertenecido– dejará a partir de diciembre. “Está mal la
seguridad, no hemos avanzado contra la pobreza, tenemos problemas graves en el
tema de la corrupción que tenemos que enfrentar con cambios institucionales”,
dijo ante los periodistas. El candidato priista defendió al presidente respecto
a su honestidad pero tambaleó al abordar la gravedad de la situación de México.
“La delincuencia nos tiene claramente rebasados, no pasa nada cuando se viola
la ley”, añadió.
Sin camiseta oficial del PRI, Meade ha protegido al partido
que le está arropando con la candidatura a la presidencia. Dada la
impopularidad del partido más antiguo de México, al aspirante no le ha quedado
más que minimizar la presencia del PRI en sus actos públicos. En la televisión,
Meade opta por arriesgar con una premisa que buena parte de los mexicanos
pondría en duda: “El PRI plantea una posibilidad de cambio”. El candidato se
aferra a la posibilidad de que el animal político más viejo de México haya
cambiado en los últimos 20 años con la existencia de los gobiernos de alternancia.
Ante los sondeos, que cada vez le hunden más lejos de la
posibilidad de llegar a Los Pinos, el candidato del PRI se muestra escéptico.
“Si fuesen predictivas las encuestas, no tendríamos elecciones”, señala. Y pone
de ejemplo a Donald Trump, que contra todo pronóstico consiguió hacerse con la
presidencia de Estados Unidos cuando las encuestas y todos los cálculos habían
dado por ganadora a la demócrata Hillary Clinton.
Mientras el reloj corre y los periodistas se arrebatan la
palabra para indagar en los casos de corrupción relacionados con la
administración de Peña Nieto, Meade asegura que el Gobierno mexicano en los
últimos años no ha hecho más que perseguir a los implicados. Los periodistas
enlistan los nombres de todos los exgobernadores –la mayoría del PRI– que han
sido investigados, encarcelados o están prófugos de la justicia. El
exfuncionario se defiende: “No se vale que se descalifique a un partido, a una
generación y al servicio público con cargo a malos ejemplos”.
Cuando el candidato del PRI se concentra en el ataque el
rival directo es López Obrador. Las menciones al candidato de Morena fueron
numerosas durante su paso por Tercer Grado, en la segunda noche de horario
estelar Meade moderó su confrontación pero condenó la posibilidad de una amnistía
para criminales. “Lo que dicen los asesores de López Obrador es diferente a los
que dice López Obrador. Una visión que piensa que puede negociar con la
delincuencia organizada es de los [años] 70, como lo que vemos ahora en Netflix
con Pablo Escobar”, dijo.
El aspirante aseguró que en caso de llegar al
Gobierno podría, en lugar de ofrecer borrón y cuenta nueva, disminuir un 40%
los homicidios en México.
Todos los candidatos presidenciales han evitado posicionarse
claramente respecto al matrimonio homosexual y el aborto. Meade ha dejado
entrever una postura conservadora pero sin arriesgarse a comenzar un debate
sobre ambos temas. “Estoy a favor de la vida. Estoy a favor de la ley y de que
se respete la Constitución”, comentó al menos tres veces respecto a los
legrados.
El País
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