DIABETES Y SUS MITOS QUE PODRÍAN
VOLVERSE MORTALES
Es uno de los principales
problemas de salud pública a nivel mundial, pero las falsas creencias sobre
medicación y hábitos de vida potencian sus efectos.
Andrea
dejó de consumir todo tipo de frutas tras la recomendación de una amiga que
también tiene diabetes. Le comentó que se lo había dicho una nutrióloga a un
conocido de su esposo. La información que pasa de voz en voz, deformándose un
poco en cada oído, puede ser la más perjudicial, sobre todo si el asunto
abordado es el tratamiento de una enfermedad, tal como la diabetes.
Los mitos a
su alrededor han contribuido a potenciar sus riesgos. Según cálculos de la OMS,
afecta a 422 millones de personas en el mundo. La cifra se multiplicó por
cuatro en las últimas tres décadas y su efecto cada vez es más evidente; en
nuestro país es una de las principales causas de muerte.
La diabetes es un
padecimiento en el cual la glucosa en la sangre se encuentra en un nivel
elevado. Esto se debe a que el cuerpo no produce o no está utilizando
adecuadamente la insulina, la hormona producida en el páncreas que ayuda a las
células a transformar la glucosa en energía. La diabetes mellitus es una enfermedad
que se origina debido a la combinación de diversos factores, entre los que se
encuentran: obesidad, sedentarismo, alimentación inadecuada, antecedentes
familiares y factores genéticos poblacionales.
Para los especialistas, los
mitos en torno a la diabetes están impidiendo que se trate de manera oportuna y
adecuada. La doctora Leticia García Morales, Jefa del Departamento de
Endocrinología y de la Clínica de Diabetes del Hospital Infantil de México Federico
Gómez (HIMFG), señala que un gran mito en torno a esta enfermedad está
relacionado precisamente con la alimentación.
HÁBITOS DE VIDA
“Se llega a pensar que el
paciente diabético tiene que restringir de manera importante su dieta. Esto es
mentira. La alimentación del diabético debe estar bien balanceada y contener la
misma proporción de macro nutrientes que la del individuo que no tiene esta
condición, es decir: una dieta sana”, señala la especialista y explica que el
problema de esta enfermedad es que las células no se pueden nutrir porque la
insulina es la que hace que entren los nutrientes, entonces si se quita la
principal fuente de energía, lo que se provoca es poner en desnutrición severa
a las células y en un desgaste terrible al organismo.
García Morales dice que este
equilibrio en la dieta consiste en 55 0 60% de carbohidratos o azúcares, pero
de los llamados complejos, que son los buenos para el organismo y que están
contenidos en frutas, verduras, cereales y leguminosas. La dieta también debe
contener de un 15 a 20% de proteínas, es decir de productos de origen animal;
así como un 20 a 25 % de grasas, de preferencia vegetales. Especifica que si
todos ajustáramos nuestra alimentación basados en estos porcentajes,
disminuiría considerablemente el número de casos de diabetes.
“Lo único que el paciente
diabético no debe de comer es lo que llamamos azúcares simples: todos los
alimentos que vienen añadidos con azúcar, pero esto en realidad no lo debe
comer ni el paciente con diabetes ni ninguna otra persona porque sabemos que
para todos, niños y adultos, sus efectos son muy malos para la salud”, señala y
subraya que se deben limitar los azúcares simples y las grasas saturadas, pero
también abrir el paso sin ningún temor a productos del legado culinario
tradicional mexicano, como los fríjoles, tortillas y verduras.
García Morales explica que
el impacto en los alimentos con azúcares simples es especialmente nocivo en el
primer año de vida, pero incluso la historia prenatal de un individuo puede
condicionar los riesgos a desarrollar la enfermedad. “Un factor de riesgo
importantísimo para desarrollar diabetes tipo 2 es que la madre haya aumentado
más de 10 kilos durante el embarazo o haya tenido diabetes gestacional o alguna
otra enfermedad que haya comprometido la nutrición del bebé. En este sentido,
otros factores de riesgo están en niños nacidos con peso de menos de 2.5 o más
de 3.5 kilos”, señala y agrega que así los diferentes factores de riesgo se van
sumando.
La especialista comenta que
desafortunadamente tenemos una población con muy alta prevalencia de diabetes,
pero esto ha llevado a que la gente crea que si tiene antecedentes familiares,
necesariamente tendrá la enfermedad. Esto no es así, sobre todo porque la
diabetes se considera una enfermedad compleja. “Este término se refiere que
tiene una participación importante la genética, pero no estamos hablando de un
solo gen, sino de varios factores genéticos que se conjuntan para darnos
riesgo, no para darnos la enfermedad como tal”. Este conjunto de factores
genéticos implica alrededor del 40 0 50% de riesgo para desarrollar la
enfermedad, pero el otro 50% depende del medio ambiente, como alimentación,
ejercicio y otros factores peligrosos muy importantes que la población
desconoce, como los mencionados factores de riesgo prenatales.
MÁS CONFUSIONES
Otro gran mito está
relacionado con la limitación de la calidad de vida después del diagnóstico. La
experta explica que el paciente puede hacer cualquier tipo de actividad:
deportiva, física e intelectual, sin limitantes. “La única diferencia es que
debe estar pendiente de su medicamento y monitorear adecuadamente sus niveles
de azúcar en la sangre. Incluso el paciente con diabetes bien controlado, suele
ser más sano que el que no tiene la enfermedad porque lleva una vida más
ordenada y disciplinada: con ejercicio diario y buenos horarios de alimentación
y sueño”.
“La insulina es una hormona
indispensable para la vida y que todos debemos producir de manera normal.
Justamente cuando no la generamos, o no actúa adecuadamente, nos da diabetes.
Es así que debemos concluir que la insulina no es dañina, por el contrario, es
muy benéfica para la salud, pero el temor a esta sustancia hace que muchas
veces se tienda a rechazar el tratamiento e incluso que el paciente adulto no
acuda con el médico por el miedo a que se la vayan a indicar en su
tratamiento”.
De esta forma, los
especialistas suelen econtrarse con enfermos renuentes a la administración de
insulina, pero muy interesados en alternativas sin ningún sustento científico.
“Otro mito que en realidad engloba a muchos más es el que dicta que existen
muchas formas de quitar la diabetes, toda esta medicina ‘mágica’ que de pronto
se anuncia en todos lados”.
Por el profundo impacto de
la enfermedad en nuestro país, los llamados productos milagro prevalecen en
todas partes prometiendo curar la enfermedad. “Debemos ser conscientes de que
una vez que se instala la diabetes no se va a curar. No se va a regresar a la
producción y buena acción de la insulina a nivel de la células y del páncreas,
esto no se recupera, pero sí se logra un buen control de la enfermedad se
pueden vivir muchos años sin complicaciones”.
FUENTE:DEBATE.COM
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